Él es panteísta, además de creer en la reencarnación, las vidas consecutivas y el aprendizaje acumulado a través de éstas en busca de un estado de perfección y alineación con el universo. Un tipo realmente peculiar e interesante.
Durante la plática surgió el tema del karma, que él desvalora completamente, y en cual yo creía. Él ganó la discusión y yo gané una valiosa lección.Trataré de explicar su razonamiento de forma concisa y breve para exponer mi revelación.
El bien y el mal no existen en la naturaleza ni en el universo, no existe una montaña buena, un león malo, una tierra mala o un aire malo. Cabe aclarar que al ser yo agnóstico, nuestras creencias teológicas conviven de una manera extraña, y casi natural.
El bien y el mal son inventos del hombre, y como conceptos, (carentes de existencia salvo en nuestro consciente colectivo) cambian de acuerdo a las culturas. Y si bien, aquí comer carne de res no tiene nada de "malo" en la india sería algo muy mal visto. Y si en medio oriente apedrear a una mujer como castigo puede ser totalmente normal, nuestra cultura puede considerar el acto completamente reprobable.
Si en la naturaleza, en el universo, no existen los conceptos del bien y el mal, entonces, ¿cómo podría entonces existir una ley boomerang, alguna especie de mecanismo que identifique y restituya buenas o malas acciones? Aún más, en caso de existir dicha "energía" ésa "ley" ¿Cómo acaso podría diferenciar entre las diferentes morales y los distintos conceptos de bien y mal a través de mundos y galaxias?
(La continuación de su explicación es un poco más cuestionable, y me gusta, aunque no la compro por completo.)
Hay personas realmente ojetes, culeras, a quienes no les pasa absolutamente nada. Y personas muy muy muy buenas, a quienes les sucede de todo. ¿porqué no actúa en ellos la ley karmática? ¿Que los inmuniza o los hace tan vulnerables a las calamidades?
-Ellos mismos.- Dijo.
Cuando un hombre actúa mal de acuerdo a sus creencias morales, tiende a pensar que tendrá que pagar por ello, tarde o temprano. -Estamos educados a pensar en que habrá castigo si obramos de forma distinta a como se espera de nosotros. -complementó.
Entonces, de forma inconsciente, energética o karmática (como lo quieran entender) genera su propio castigo.
-¿Y aquellos a los que no les sucede nada?
-Ya aprendieron que la moral es un invento humano y que en realidad no existe, no esperan un castigo, y por lo tanto, no lo generan. Es parte de lo que venimos a aprender.
-Pero si venimos a aprender que la moral no existe... ¿porqué la inventamos de inicio?
-El hombre tuvo que inventar el 0 para saber que no había nada ahí. Es un concepto, válido como expresión y como instrumento práctico, matemático y económico. Pero que expresa "inexistencia". Sin embargo, si nadie hubiera planteado el "0" ¿Cómo podríamos decir que no existe? no es el mismo caso, desde luego, pero es una forma sencilla de entenderlo.
-Parte del aprendizaje que venimos a adquirir es ése. Estamos más allá del bien y del mal, no somos buenos o malos, morales o inmorales. Simplemente somos. Y en cuanto podamos aceptarnos, entendernos y sabernos, con todos nuestras virtudes y defectos, entonces más cerca estaremos de ése entendimiento total del universo. Éso no elimina cualquier deseo de mejora superación, cualquier intención de cambio. Uno puede cambiar si quiere y ése es nuestro deseo, pero no para no ser "malos" o para ser más "buenos" sino porque uno desea ser diferente, desea experimentar algo distinto, desea una mayor comprensión de otras cosas.
No pude dejar de pensar en lo que me había pasado hace apenas unos cuantos meses atrás con La Quetzalcóatl, cuando yo me planteaba la posibilidad de intentar eliminar "el mal" de mi ser.
La Sombra, agregó un elemento fundamental en éste mi camino y que convive juguetonamente con la lección de mi amiga: aceptación y equilibrio.
Hoy mi camino no rechaza "el mal", "el pecado". Sino que busco que me lleve a un crecimiento, a la superación personal pero sólo a través del amplio reconocimiento de la luz y la sombra y la aceptación de ambos como una idea, como parte de mi, como uno solo con un yin y un yang, circulantes, diferentes, pero inevitablemente unidos.
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