viernes, 24 de noviembre de 2017

LA MAREA

De manera perfectamente natural, me parece, he tenido altibajos emocionales a través de todo mi proceso de duelo. Sin embargo, ésta última semana se ha vuelto cada vez más complicada.

Ya hace media vida que declaré una aversión especial a la navidad y sus villancicos ridículos y todo el ambiente falsamente "solidario y afectuoso" que surge en mi comunidad.

Sin embargo, éste año me topo con una variable que nunca había estado presente en la ecuación.

Mi anterior pareja, AMABA la navidad (así, en mayúsculas) le emocionaba decorar la casa, y poner el árbol y las cenas navideñas.

Me siento incómodo escribiendo... Es raro.

De alguna forma... logró que disfrutara parcialmente las fechas. Consiguió un árbol de navidad negro, y decoraciones en tonos morados, para hacer la navidad un poco más "jaluwinesca", y que me sintiera más cómodo al respecto. Organizaba cenas "prenavideñas" para poder festejar la navidad con nuestros amigos antes de la fecha en la que todos estamos con la familia. Incluso, hace casi un año, previendo que muy posiblemente sería nuestra última navidad y año nuevo juntos, me pidió que la pasáramos solos ella y yo.

Puedo decir que el árbol negro me gustaba, aunque no estoy dispuesto a ponerlo éste año.
Puedo decir que me gustaba decorar la casa con ella, aunque no estoy dispuesto a decorar éste año.
Puedo decir que a pesar de que compartir fechas similares con su familia, o la mía; quizá las que más añoraré serán las del año pasado, porque con problemas o no, estábamos juntos, efectivamente familia, (quizá disfuncional o no, pero familia).

Entre más frío hace, más me invade éste sentimiento de nostalgia que no me deja estar cómodo con la fecha, ni conmigo, ni con el clima, y menos aún con las pinches canciones ridículas.

Creo que de una forma u otra... ella logró catalizar mi percepción de la navidad y el año nuevo. No era la puta navidad y el "es otro día más" año nuevo. Era la navidad con ella, y el año nuevo con ella. Quizá no supiéramos dónde la pasaríamos, pero sabíamos que estaríamos juntos.

(se me hace un nudo en la garganta mientras escribo ésto)

Ver la forma en que ella disfrutaba el evento, y su esfuerzo porque yo no me la pasara tan mal, realmente ejercía un efecto en mi. Y la navidad y año nuevo no eran tan malos tan sólo porque ella estaba ahí.

Me pongo a pensar seriamente si a partir de este año, odiaré aún más estas fechas o si me inundará un sentimiento de nostalgia como el que me invade hoy.. o de qué forma va a funcionar todo esto.

Tengo días buenos y malos, como un oleaje, como el mar. Pero hablando de oleajes...

Creo que ésta semana y las que vienen... habrá marea baja.

sábado, 7 de octubre de 2017

INCÓMODO

Ese extraño momento en el que entiendo porqué me desvelo tanto, y porqué evito tanto dormir en mi cama. Prefiriendo dormir en el suelo de la sala o en la cama de masajes.

No me gusta dormir en mi cama, porque faltas tú.

miércoles, 4 de octubre de 2017

LA CARTA APLAZADA

No sé si para bien o para mal, reviso de cuando en cuando tu facebook, que no tocas desde antes de que nos separáramos. Quizá tu eres más decidida o más sana que yo.

Yo no resisto la tentación de dar vistazos a ver si tengo alguna noticia tuya, pues me avergüenza preguntarle a nuestros amigos en común.

Las últimas semanas he estado en una crisis bastante fuerte. Me quedé sin trabajo, y le estoy tratando de apostar todo a la clínica de la que quizá te conté.

Me has dolido de una forma profunda y que me rompe por dentro. y no sólo me duele tu ausencia, o la falta de ti, me duelen nuestros errores, los míos y los tuyos. Hace rato estuve revisando las viejas publicaciones donde aparecemos, fotos y publicaciones de fb que hoy me parece un libro de recortes más que nunca.

Hay testimonio del amor que nos profesamos, aunque también hay un claro testimonio de que cada vez lo hicimos con menos entusiasmo y frecuencia. Nos concentramos en nuestras fallas y nuestros reclamos, y olvidamos lo que era verdaderamente importante. La razón por la que comenzamos a estar juntos. Nos queríamos, nos gustábamos, nos amamos.

No pretendo exhibir ni ventanear que hice o qué hiciste, éso lo sabemos muy bien tu y yo. Lo que quiero dejar patente, y que lo sepas, por si algún día vuelves a leer mis letras. Es que me duele mucho que nuestro intento no haya sido fortuito, que nuestros esfuerzos por mantenernos vivos hayan sido un fracaso y que tantos años de cosas bonitas se queden ahora como recuerdos.

Pero quiero honrar lo que nos queda.

Recuerdo las flores que te dí, el arbolito negro que compraste para mi, cada una de nuestras ofrendas de muertos, nuestras salidas al antro, nuestras cenas navideñas. Los maratones de series arropados en la cama, y el magnífico sexo. Recuerdo las fiestas en casa, y los pocos viajes que hicimos, nuestra primera salida en la moto y nuestras aventuras en el auto. Recuerdo el tacto de tus manos y el aroma de tu cuello, la suavidad de tu piel y lo dulce de tus besos. Recuerdo adoptar a un gato, rescatar a una gata y el eterno pelo en toda la casa. Recuerdo nuestras idas a museos, los libros compartidos y las comidas en casa. Recuerdo tus perfumes, tus vestidos y tus chalinas. Recuerdo nuestro cojín, las salidas con los amigos y las largas horas cocinando. Recuerdo las limpiezas profundas de la casa, la pintada de los muros, la gatera del niño y su catillo. Recuerdo cómo me mirabas y cómo te miraba antes de que las cosas se comenzaran a joder. Recuerdo las noches de insomnio, los dulces compartidos y las veces que me sostuviste en tus brazos cuando estaba destrozado. Recuerdo el sonido de tu risa y la forma en que se iluminaba tu cara cuando aún sabía cómo hacerte sonreír. Recuerdo hasta el sonido de tus pasos, descalza o en tacones, tus pleitos con tu cabello y tu insistencia por ir al mar. Recuerdo limpiar tus heridas, y tu mis lágrimas cuando hizo falta. Recuerdo la cama compartida durante años, la casa llena de ti en cada rincón, una semillita de melón y un café amargo.

Escribo esto más que agradecido por todo lo que me dejaste. Y honestamente espero haberte dejado la mitad de cosas buenas que tú me brindaste. Me cuesta contener las lágrimas al escribir ésto, y me disculpo por todo lo que no fui capaz de hacer, y todo lo que no fui capaz de dejar de hacer.

Te recuerdo y me dueles tanto, que por momentos es difícil respirar. Quiero que lo sepas, que tu presencia en mi vida no pasó desapercibida y jamás será olvidada. Que extraño cada cosa que recuerdo y que me cuesta aceptar que se terminó.

Te deseo, hoy y siempre; más felicidad de la que jamás pude darte, una vida plena y completa como te la mereces. Que halles en tu camino éxito, felicidad, amor y todo lo que una gran mujer como tú se merece.

Gracias infinitas por llenar mi vida de tantas cosas buenas y dejarme recuerdos indelebles, por convertirme en una mejor persona de la que era cuando te conocí. Por las lecciones, por cada muestra de amor y por toda la dulzura de la que fuiste capaz de demostrar.

No me quiero despedir, jamás quise, no sé si sea lo mejor o lo peor, pero aún temo verte. Quedarme de hielo y no saber qué demonios hacer contigo frente a mi. Que el destino dicte el camino, que he de recordarte siempre como alguien que supo cambiar mi vida para siempre.

jueves, 21 de septiembre de 2017

ON THE ROAD: GUADALAJARA

A finales del mes pasado, debido a un compromiso familiar, me vi en la necesidad de viajar a Guadalajara. Cuando "K" me compartió la noticia, la primera idea que se me vino a la cabeza fue: vayámonos en las motos.

No pretendo hacer una crónica completa de todo el viaje, que estuvo llena de detalles buenos y malos que me agoté de contar a mi regreso, sin embargo, y como un ejercicio bastante bueno, quiero escribir un resumen de las cosas aprendidas.

  1. Tomar Calzada de Vallejo para salir en dirección a Querétaro, no es una buena alternativa, los carriles son tan estrechos que a pesar de las motos, tardamos 1 hora en salir de la ciudad.
  2. Hacer una ruta previa a salir es algo bueno, para no perderse entre todas las líneas carreteras, sin embargo, el viaje es más grato si dejas que el camino te dé algunas sorpresas.
  3. Hay que tener una idea clara acerca de cómo va a transcurrir el viaje; podemos ir puebleando y hacer paradas constantes, o hacer el viaje con el mínimo de paradas. (Quizá se podrían destinar una o dos paradas obligadas dependiendo del camino, sin embargo, hay que considerar que vas a perder mínimo dos o tres horas en cada parada)
  4. Debemos llevar presupuesto de sobra, pues pueden surgir múltiples imprevistos que encarezcan el viaje y generen mucho estrés o problemas si no tienes liquidez suficiente.
  5. Pensar que las carreteras federales son más baratas puede ser un error. A pesar de que no tienen casetas, el trayecto se hace mucho más largo, lo que repercute en costos de tiempo y gasto de combustible
  6. Debes revisar cuidadosamente la configuración de tu navegador GPS si usas uno durante el trayecto, una mala configuración te puede dar sorpresas.
  7. Parece algo trillado, pero realizar un chequeo general de tu máquina antes de salir es algo fundamental. (frenos, llantas, tornillos, cadena, sistema eléctrico, incluso llevar alguna cámara, o chicote de repuesto es buena idea) Hacer esto, puede salvar tu vida.
  8. Llevar un impermeable también es buena idea, así como guantes o calzado de cambio, además de mudas extras de ropa. Para viaje en carretera, lo mejor es llevar impermeables de oberol o pantalón y chamarra, no capa.
  9. Cada miembro de la caravana juega un papel fundamental: La punta jala al grupo, el cuerpo lo mantiene unido y la barredora brinda seguridad a todos.
  10. La dinámica de manejo en cada puesto es muy distinta. Como punta el estilo de manejo se torna mucho más atento y cansado; vas monitoreando el camino a varios cientos de metros por delante buscando salidas, letreros o desviaciones, vas monitoreando el asfalto a unas decenas de metros por delante buscando baches, irregularidades del camino o posibles peligros para el resto, y tienes que ir monitoreando no sólo a la persona que llevas atrás, sino en lo posible, al resto del grupo, procurando no acelerar demasiado para que el grupo se mantenga compacto. Como cuerpo el manejo es mucho más relajado; vas pendiente del motociclista frente a ti, y del que está detrás tuyo, repites las señas de la punta y no tienes que ir tan pendiente de la ruta, pues la punta se hace responsable de eso, lo que te permite disfrutar más el viaje y el panorama, además (lo viví en experencia propia) la punta te jala con su impulso, aún agotado, si la punta continúa, uno se siente inspirado o presionado para seguir adelante, por sobre nuestras pensadas capacidades o confort. Nunca he barrido ni hecho de monitor, pero pronto pediré la oportunidad de vivir la experiencia, para comprender los matices de cada puesto.
  11. La paciencia es una virtud necesaria. En rutas largas, los caminos pueden volverse interminables, y cansados, y los letreros pueden engañarte cuando te dan la bienvenida a tal o cual estado y manejas más de una hora antes de ver una ciudad.
  12. Lo sano, y de acuerdo a lo expuesto en el punto 10, es bastante sano que la punta se vaya alternando, para evitar el agotamiento de un sólo miembro de la caravana y para descansar también a la máquina, pues descubrimos que la formación en zig zag no sólo favorece una rodada más segura, sino también más eficiente para los que van atrás.
  13. Cada que entres a una población, pon mucha atención no sólo al camino o a los puntos de interés, sino a todas las construcciones y negocios, nunca sabes cuándo puedes necesitar de un mecánico, una fonda, una tienda o unos baños. Y es bueno saber dónde viste uno si lo necesitas con urgencia.
  14. El bloqueador solar es fundamental, aunque lo ideal es siempre manejar protegido por una buena chamarra, habrá horas del día en que prefieras quitártela, entonces aplicarte bloqueador en cuello y brazos (aún cuando uses manga larga) es una práctica que te evitará molestias en los siguientes días.
  15. Hay que ser muy prudentes con los cambios de carril, si el contingente es pequeño, esperar a que la barredora haga el cambio y bloquee el carril y luego hacer el cambio el resto de la caravana, esto evitará que la caravana se rompa y le dará mucho más seguridad al grupo.
  16. En todo momento, pero sobre todo a la hora de los rebases, la punta debe considerar la velocidad máxima del miembro más lento. La velocidad máxima de la caravana entonces, será unos 10 o 20 km. por debajo de ésta. Para que al hacer los rebases, el miembro más lento los pueda llevar a cabo sin sacrificar su máquina todo el camino o quedarse atrás en la maniobra.
  17. Si la barredora es un auto o camioneta, es una excelente idea llevar un bidón de gasolina de unos tres litros. Aún así, es recomendable cargar regularmente aunque tu tanque no esté vacío. Recuerda que los tramos son largos y que puedes agotar tu medio tanque antes de llegar a la siguiente estación.
  18. Llevar auriculares a un volumen que te permita escuchar tu entorno puede hacer mucho más ameno cualquier viaje y contrarrestar la monotonía de algunos tramos de la autopista.
  19.  La confianza en tu grupo y el conocimiento de señas y avisos es fundamental, nunca salgas a rodar sin hacer una pequeña reunión antes de la salida para revisar señas, turnos, paradas velocidades máximas, experiencia y estilo de manejo de cada integrante.
  20. Hay que ser muy cuidadoso respecto al lugar donde la punta elige detenerse, él puede estar en un lugar seguro, pero puede poner en riesgo al resto del grupo si no considera la longitud de la formación.
  21. Aprende mecánica básica, te ayudará a darle mantenimiento a tu máquina y a solucionar algunos problemas básicos que se te puedan presentar en el camino.
  22. Aprende a ser previsor y llevar mudas extra de ropa, pero trata de llevar el mínimo de equipaje. 
  23. A veces, el viaje es más gratificante que el destino, así que no te exijas demasiado por llegar en el mínimo de horas, disfruta el camino, la experiencia, los cambios de escenarios y de clima.
  24. Lleva una botella de agua a la que puedas acceder con facilidad, el viaje cansa y da sed y mantenerte hidratado te permitirá mantener un estado fresco y alerta.
Quizá haya algunas otras cosas que de momento no recuerdo, pero espero que la información te sirva, así como espero que me sirva a mi cuando lea esto antes de rodar de nuevo.


sábado, 8 de julio de 2017

NO SÉ QUÉ ES PEOR

No sé qué es peor; ser despojado de un hogar e iniciar uno nuevo, o quedarte a escuchar los ecos de la ausencia, los errores y los arrepentimientos.

No sé qué es peor; que no tengas nada mío, u observar casi casualmente la chalina que dejaste, las vendas restantes de tus curaciones, los colorantes de ropa que nunca usaste, la campana de viento que trajiste de tu casa y olvidaste, y el cepillo de dientes que dejaste en nuestro estuche de viaje.

No sé qué es peor; llegar a un lugar vacío y llenarlo de las cosas que atreviste a llevarte, o regresar a casa y encontrar todos los huecos, los vacíos que dejaste.

No sé qué es peor; abandonar una casa y llevarte a la mitad de tu familia, o verte obligado a despedirte para siempre de la mitad de tu familia, porque no es tuya.

No sé qué es peor; dibujar tu contorno con mi memoria o tratar de dejarte atrás.

viernes, 30 de junio de 2017

LA CARTA

Viernes 30 de junio de 2017

A: Semillita de melón.


Me había resistido mucho a escribir esta carta por el dolor que me produce.

Pero no hay plazo que no se cumpla, y aquí estoy, en la soledad de la sala, extrañándote y supuse que era el momento adecuado.

He descubierto muchas cosas en estas semanas que hemos estado separados.

Descubrí que hay muchos amigos a mi alrededor que se alejaron porque entre mis acciones y las tuyas, se sentían incómodos o intimidados de compartir nuestro espacio.

Descubrí que hacías más para mi y para lo que fue nuestro hogar de lo que nunca me di cuenta.

Descubrí que me gusta el silencio en las mañanas, y que la tele me aburre.

Descubrí que a pesar de que estuviéramos enojados, o tristes, me hace muchísima falta tomar tu mano por las noches y olerte en las mañana, en las tardes, y por la noche.

Descubrí que hay un mundo entero allá afuera que estaba esperándome y que temía recorrerlo porque no quería provocar tu enojo o tu celo.

Descubrí que hay pocos lugares en los que me sienta más cómodo que acurrucado en tu seno.

Descubrí que necesito el aire y la libertad de la que me sentía privado, para extender las alas de las que siempre me hablaste, y volar como siempre quise.

Descubrí que perdí más que una compañera, perdí a una familia entera, empezando por ti y el gato, y terminando con tu madre, su pareja y tus hermanos y sobrinos; que se volvieron míos y a quienes también extraño sobremanera.

Descubrí que parte de mi condición de bebedor, era causado por una búsqueda de evasión, por no querer ver dónde estaba, por embrutecer mis sentidos y ahogar mi tristeza en un vaso sin fin.

Descubrí que disfruto de mi soledad, que por momentos me abruma, pero que me permite pensar, y respirar, y meditar.

Descubrí que te extraño mucho más de lo que pensé extrañarte jamás, que me duele tu ausencia, que me parte el corazón no saber si estás bien o mal, que puedo llorar por fin, a solas, pensando en ti.

Descubrí que había dejado de ser yo, en muchos aspectos de mi vida, dejado viejos (y buenos) hábitos, para adecuarme a lo que eras, a tu blanco o negro, a tu bueno o malo.

Descubrí los celos que siempre quisiste hacerme sentir, al pensar o imaginar que estés con alguien más. Que le entregues tu cuerpo que fue mi templo y perdición a alguien más, que no sea yo.

Descubrí que los pelos del gato, estaban afectando mis vías respiratorias.

Descubrí que a pesar de vivir lleno de pelos, extraño mucho al gato, y me preocupa saber si está bien, pues antes de que te lo llevaras, lo noté ansioso, triste, nervioso, buscándote, y me pregunto si estará contigo o con alguien más. Y si es con alguien más, me preocupa que esté bien sin ti y sin mi. (Me da miedo tener la certeza que el viejito se nos ponga mal)

Descubrí que la vida es cambio y movimiento, y que nos habíamos estancado en un pantano de costumbres.

Descubrí que fuiste, y aún eres, la relación más significativa de mi vida, que no podría negarte ni olvidarte jamás y que me hubiera encantado que lográramos hacer las cosas de forma diferente.

Descubrí que me duele tanto escribir esta carta, tan ambivalente, tan confusa, tan llena de reproches y añoranzas, que la tuve que hacer en pequeñas secciones, porque la prosa, en su flujo constante, no me hubiera permitido terminarla.

No sé qué nos depara el futuro, de todo corazón te puedo decir que te amo, y que sólo deseo lo mejor para ambos. Sé que la separación fue la mejor decisión, en éste momento de la vida. Pensar en una segunda parte para nosotros es demasiado prematuro, creo que todo lo que nos hicimos tomará bastante tiempo en sanar, y antes de eso, pensar en siquiera vernos me parece algo bastante estúpido.

Sé que eres una mujer grandiosa, y que no te faltarán los apoyos, los amigos y quizá los amantes o el hombre que te ayude a superar todo esto y devuelva la felicidad a tu cara.

Te agradezco absolutamente todo, los viajes, los libros, las enseñanzas, las lecciones, la tolerancia, todo tu amor, tu fe, tu apoyo, tus sonrisas y tu entrega. Todo. Me quedo con eso. Espero tener la suficiente sabiduría para aprovechar al máximo las lecciones, aprender de nuestros errores y convertirme en una mejor persona.

Pues nada, ¿qué mas?. Te extraño, te celo, te añoro, pero la vida me convence de que hoy, al menos hoy, estamos donde debemos estar, lejos el uno del otro. Porque no quería resignarme contigo, no quería decir (pues ya qué) o peor aún; llegar a un punto de hartazgo para ambos, que el veneno matara todo lo bueno que fuimos.

Jamás voy a olvidar tu rostro cuando volteé a verte la última vez antes de cerrar la puerta tras de mi, pero ya no aguantaba más, no podía postergarlo más. Era demasiado dolor, demasiada pena para seguir ahí, sabiendo que postergábamos lo inevitable.

Hay tantas cosas que quiero decir, y a la vez, siento que ya lo dije todo.

Que la vida sea buena contigo, flaca. Y si nos volvemos a encontrar, que sea con amor, cariño, respeto y admiración.


ATTE
Tu cafecito express

jueves, 1 de junio de 2017

LAS MENSAJERAS

Desde hace algún tiempo comencé a descansar en las 4 máximas de la vida. Su sencillez es algo que me brinda mucha paz en los momentos más confusos.

Resulta que la vida me envió dos mensajeras durante el proceso que estoy viviendo.

La primera llegó algunas semanas antes del rompimiento. Yo estaba lleno de dudas acerca de la decisión de terminar o no.

Sin que yo dijera nada respecto a mi historia personal, mientras le colocaba las extensiones (que es a lo que me dedico ahora, poner extensiones de pestañas), comenzó a contarme que iba a viajar a Querétaro, por motivos de trabajo y que se iba a quedar en casa de una ex pareja.

Su historia y la mía de pronto comenzaron a parecerse mucho. Una pareja que "funcionaba" que se quería, que de buenas era maravillosa, pero que arrastraron muchos problemas, su separación fue similar, ambos entendieron que la situación no se podía sostener por mucho tiempo y que el cariño no bastaba para que la relación perdurara.

Yo estaba conmovido, fue una mañana sumamente difícil para mi, lleno de dudas e incertidumbre. Y de pronto, supe que era un mensaje.

Después de eso, su historia culminaba con un gran amigo, en quien confiaba al 100% y con quien no descartaba la posibilidad de regresar, pero que de momento, las vidas que ambos tenían no se prestaban para algo así. Y está bien. Concluyó.

Me hizo comprender que el proceso que vivía yo era justo lo que debía suceder, que como sucedía era lo único que podía pasar, y que estaba bien.

La segunda mensajera llegó el día de hoy.

Comencé mi servicio como siempre, una clienta más. Le fui explicando el procedimiento, los detalles de la aplicación, etc. y de pronto me aborda con un: ¿tienes un tres en tu fecha de nacimiento, verdad?

-No tengo uno, tengo tres. Respondí.

Comenzó a describirme a detalle, mi personalidad, lo que he anhelado en mi vida. El fin de mi vida Godínez, mi carácter, cosas personales.

Resulta que es numeróloga, vidente, comerciante y no sé cuantas cosas más.

Supo que hace poco me había separado, y describió la dinámica de pareja que yo tenía de una forma muy detallada. Me dijo que estuviera tranquilo, que el proceso tenía que ser así y que las cosas fluirían bien para ambos.

Dijo otro par de cosas que no pretendo compartir aquí pero me definitivamente me dejaron más tranquilo.

Hoy más que nunca estoy seguro de que hay alguien allá arriba que me está cuidando.

Gracias por todo, papá.

miércoles, 31 de mayo de 2017

EL ROMPIMIENTO

No me queda muy claro aún cómo quiero comenzar esto, pero de alguna forma tengo que comenzar.

Pues nada, resulta que después de casi ocho años de relación de pareja, una historia que tuvo altas y bajas se dio por finalizada.

Algunos preguntan si fue decisión de ambos, otros preguntan por los motivos, otros más por mi estado; aunque la mayoría se dan cuenta de que estoy en un estado extraño, como en una onda taciturna. Me suele pasar.

Mi respuesta siempre es la misma: Fuimos unos pendejos, arrastramos demasiadas cosas, demasiado tiempo, no supimos solucionar.

Duele, pero cada vez estoy más convencido de que sucedió lo que tenía que suceder. Todo al tiempo correcto, y de la forma adecuada.

Atravesé una semana de miedo, en la que no entendía quien era, y los espacios vacíos que ella llenaba se hacían más presentes por la ausencia de ropa, muebles y objetos personales que ya tampoco están.

Siempre he sido un tipo que se muestra duro con las pérdidas, aunque la experiencia me ha demostrado que después de un tiempo, el dolor que logro tragarme merma mi físico, mi concentración y hasta mi salud. Por eso hago esto. Porque pretendo ir digiriendo lo que siento y pienso para que la transición sea más sencilla.

La separación fue sumamente dolorosa, pero conmovedora. Dos personas que se quieren y se desean todo lo mejor del mundo. Bailamos, reímos, bebimos, jugamos, vimos películas, series, nos bañamos juntos, viajamos... en dos semanas hicimos más de lo que hicimos en varios meses. Con más calidad y entrega, al menos.

Hay algo que quizá nunca pueda olvidar. Su rostro cuando ya no pude soportar más la tensión del día de despedida y huí de casa para dejar todo atrás. Soy un tipo de sablazos, y la despedida se estaba alargando demasiado.

Ni qué más decir. Aquí estamos, aún vivos, y dispuestos a seguir caminando.