viernes, 28 de diciembre de 2012

CRUDO

Mi terapia ha funcionado diferente a como yo había esperado inicialmente. Después de haberme reventado en las primeras sesiones, y quitarme todo rastro de identidad que yo tenía de mi mismo, me topé con un rostro sin facciones. Pensar en mi era como pensar en una máscara sin expresiones, ni rasgos peculiares ni emociones expresadas. Sin embargo, todo estaba ahí adentro, el camino consistía ahora en conocerme, encontrar y reconocer lo que había en realidad dentro de mi.

Descubrí una enorme cantidad de Ego controlando mi vida. Y no me refiero sólo al Ego que te hace pensarte superior, sino también al Ego que te atrapa y somete al entorno, que no te permite ser quien eres y te obliga a sujetarte a las líneas del "debe ser"; me encontré sufriendo duelos, por mi y por otros, alejándome de muchos seres queridos, muchos de los cuales tengo que dejar a un lado para reconformar quien soy.

Creí que durante mi terapia, llegaría un momento en que yo diría "Estoy listo", pero me he dado cuenta, que puedo adaptarme, aprender y reconocer, pero que en terapia no hay un "terminado". Siempre surgen cosas nuevas que afectan tu centro y tu paz y que pueden desequilibrarte de algún modo. Tener un terapeuta que pueda servir de espejo y de referencia es grato y, aunque creo que debe llegar un momento de abandonar la terapia y seguir "por mi cuenta", creo que aún me falta tiempo.

Me siento como una masa preparándose para ser pan, puesta en un horno a temperatura baja, cociéndose lenta y concienzudamente, pero aún crudo. Crudas mis emociones, crudos mis sueños, crudas mis relaciones, cruda mi neurosis y mi ego, crudo mi yo, mi rostro, mi ser, mi piel, mis ojos, y mi ser.