Viernes 30 de junio de 2017
A: Semillita de melón.
Me había resistido mucho a escribir esta carta por el dolor que me produce.
Pero no hay plazo que no se cumpla, y aquí estoy, en la soledad de la sala, extrañándote y supuse que era el momento adecuado.
He descubierto muchas cosas en estas semanas que hemos estado separados.
Descubrí que hay muchos amigos a mi alrededor que se alejaron porque entre mis acciones y las tuyas, se sentían incómodos o intimidados de compartir nuestro espacio.
Descubrí que hacías más para mi y para lo que fue nuestro hogar de lo que nunca me di cuenta.
Descubrí que me gusta el silencio en las mañanas, y que la tele me aburre.
Descubrí que a pesar de que estuviéramos enojados, o tristes, me hace muchísima falta tomar tu mano por las noches y olerte en las mañana, en las tardes, y por la noche.
Descubrí que hay un mundo entero allá afuera que estaba esperándome y que temía recorrerlo porque no quería provocar tu enojo o tu celo.
Descubrí que hay pocos lugares en los que me sienta más cómodo que acurrucado en tu seno.
Descubrí que necesito el aire y la libertad de la que me sentía privado, para extender las alas de las que siempre me hablaste, y volar como siempre quise.
Descubrí que perdí más que una compañera, perdí a una familia entera, empezando por ti y el gato, y terminando con tu madre, su pareja y tus hermanos y sobrinos; que se volvieron míos y a quienes también extraño sobremanera.
Descubrí que parte de mi condición de bebedor, era causado por una búsqueda de evasión, por no querer ver dónde estaba, por embrutecer mis sentidos y ahogar mi tristeza en un vaso sin fin.
Descubrí que disfruto de mi soledad, que por momentos me abruma, pero que me permite pensar, y respirar, y meditar.
Descubrí que te extraño mucho más de lo que pensé extrañarte jamás, que me duele tu ausencia, que me parte el corazón no saber si estás bien o mal, que puedo llorar por fin, a solas, pensando en ti.
Descubrí que había dejado de ser yo, en muchos aspectos de mi vida, dejado viejos (y buenos) hábitos, para adecuarme a lo que eras, a tu blanco o negro, a tu bueno o malo.
Descubrí los celos que siempre quisiste hacerme sentir, al pensar o imaginar que estés con alguien más. Que le entregues tu cuerpo que fue mi templo y perdición a alguien más, que no sea yo.
Descubrí que los pelos del gato, estaban afectando mis vías respiratorias.
Descubrí que a pesar de vivir lleno de pelos, extraño mucho al gato, y me preocupa saber si está bien, pues antes de que te lo llevaras, lo noté ansioso, triste, nervioso, buscándote, y me pregunto si estará contigo o con alguien más. Y si es con alguien más, me preocupa que esté bien sin ti y sin mi. (Me da miedo tener la certeza que el viejito se nos ponga mal)
Descubrí que la vida es cambio y movimiento, y que nos habíamos estancado en un pantano de costumbres.
Descubrí que fuiste, y aún eres, la relación más significativa de mi vida, que no podría negarte ni olvidarte jamás y que me hubiera encantado que lográramos hacer las cosas de forma diferente.
Descubrí que me duele tanto escribir esta carta, tan ambivalente, tan confusa, tan llena de reproches y añoranzas, que la tuve que hacer en pequeñas secciones, porque la prosa, en su flujo constante, no me hubiera permitido terminarla.
No sé qué nos depara el futuro, de todo corazón te puedo decir que te amo, y que sólo deseo lo mejor para ambos. Sé que la separación fue la mejor decisión, en éste momento de la vida. Pensar en una segunda parte para nosotros es demasiado prematuro, creo que todo lo que nos hicimos tomará bastante tiempo en sanar, y antes de eso, pensar en siquiera vernos me parece algo bastante estúpido.
Sé que eres una mujer grandiosa, y que no te faltarán los apoyos, los amigos y quizá los amantes o el hombre que te ayude a superar todo esto y devuelva la felicidad a tu cara.
Te agradezco absolutamente todo, los viajes, los libros, las enseñanzas, las lecciones, la tolerancia, todo tu amor, tu fe, tu apoyo, tus sonrisas y tu entrega. Todo. Me quedo con eso. Espero tener la suficiente sabiduría para aprovechar al máximo las lecciones, aprender de nuestros errores y convertirme en una mejor persona.
Pues nada, ¿qué mas?. Te extraño, te celo, te añoro, pero la vida me convence de que hoy, al menos hoy, estamos donde debemos estar, lejos el uno del otro. Porque no quería resignarme contigo, no quería decir (pues ya qué) o peor aún; llegar a un punto de hartazgo para ambos, que el veneno matara todo lo bueno que fuimos.
Jamás voy a olvidar tu rostro cuando volteé a verte la última vez antes de cerrar la puerta tras de mi, pero ya no aguantaba más, no podía postergarlo más. Era demasiado dolor, demasiada pena para seguir ahí, sabiendo que postergábamos lo inevitable.
Hay tantas cosas que quiero decir, y a la vez, siento que ya lo dije todo.
Que la vida sea buena contigo, flaca. Y si nos volvemos a encontrar, que sea con amor, cariño, respeto y admiración.
ATTE
Tu cafecito express