domingo, 29 de julio de 2018

Noche silenciosa

¿Y que hago entonces con ésta soledad? Esta falta de compañía. No necesito un amigo, tengo los necesarios, no necesito familia, la tengo, incluso el gato blanco que llego hace tres días a mi vida rellena espacios... Pero hay algo aquí dentro que no se satisface, que clama por algo más. Un beso, una sonrisa enamorada, la caricia por la tarde, la complicidad en la mirada. Y quizá soy yo el del problema. En mi mente supongo, no sé, quizá sea muy exigente, aquella voz dulce me dice que solo es que sé lo que quiero. Y por momentos... Por dias, parece que lo que quiero es inalcanzable. ¿Entonces estoy condenado por mi mismo? ¿Existe salida? ¿Existe un camino? No quiero ser el viejo solitario, pero me niego a quedarme con alguien que no me llene. Que no acelere mi corazón e inunde mis sentidos. Existe seguramente, pero quizá sea demasiado exigente, o sepa lo que quiere, y lo que quiere, quiza no sea yo.

lunes, 2 de abril de 2018

LA CASA VOLADORA

Esta noche me pasó algo extraordinario, entré a la que fue mi casa durante años, o creí que lo era, una ilusión y un fantasma. Todo fue tan confuso.

Comenzaré desde el inicio.

Desperté a la mitad de la noche con urgencia de vomitar. Solté todo lo que había cenado previamente, la sensación de ardor en mi garganta era intensa. Bebí un poco de agua y me fui a dormir.

Desperté varias veces en la noche, ahora con urgencia de leche ahora quería un té. No recuerdo si me preparé el té o no.

A la mañana siguiente, desperté mareado, un poco desorientado y débil. Decidí no ir a trabajar. Estaba enjuagándome la cara en el baño cuando me avisaron que una vecina iba a entrar a mi casa para saltarse a la suya. Cuando fui a abrir, había tres señoras gordas platicando sobre mi barra. Increíblemente, a pesar de mi celo a mi espacio personal, no me "importó" mucho, sentía que era algo así como inevitable.

Ellas le abrieron la puerta a la vecina que quería saltarse. (es raro, es la primera vez que alguien nos pide ése favor) - pensé.

Subí a mi azotea sin darme cuenta de que la señora no me seguía. Se había metido al baño. La esperé y le informé de mi disgusto. Ella se mostró un poco... sorprendida del hecho.

Llegamos a la parte de arriba y me encontré con mi casa, no la que está en la azotea, la casa que cuidé durante años. Pero se veía distinta.

Recuerdo haber estado ahí cuando era nueva, recuerdo algunas de las habitaciones, el olor a obra negra, e incluso un par de trampas y pasadisos que te servían para subir. Si no conocías las trampas era imposible llegar a la azotea, estaban escondidas.

Recuerdo también que de pronto, mientras la casa estaba en obra negra, algunos vagos de azotea solían meterse a refugiarse ahí. Recuerdo que los corrí de mi propiedad varias veces. Y ésta vez uno de ellos salió a recibirme. Se veía como mi casa, pero no era mi casa.

Había partes de madera en lo que era concreto, y se caía a pedazos. Pero no me dió tristeza. Di un vistazo al interior, y el interior se veía perfecto, sin muebles, pero los pisos y paredes tal como los recordaba.

Entonces caí en cuenta de que uno de los mariguanos de azotea estaba habitando mi casa y que tenía que darle acceso a la vecina a la azotea para que llegara a su propiedad, pero la vecina había desaparecido.

El mariguano se disculpó conmigo, me se excusó diciendo que hacía un año que lo habían corrido y tenía un año viviendo ahí, en mi casa, que está en mi azotea y no está, porque no es la azotea, es mi casa.

Entré con él y el escenario era grotesco. Había arroz preparado dentro de zapatos de payaso en la cocina, comida en el suelo y escuchaba ladrar a los perros que ahí había dejado y tenía meses sin alimentar. Por lo menos agradecí que los hubiera alimentado él.

el comedor no era mejor, otro zapato de payaso guardaba una rebanada de pastel y había pedazos de frituras aquí y allá.

Me enojé por las condiciones en cómo tenía mi casa, mi hogar, lleno de hormigas gigantes, y nidos de araña e incluso ranas.

Le dije que lo iba a desalojar, no iba a permitir que las plagas bajaran a mi casa, espera, ésta es mi casa, recuerdo haber recorrido decenas de veces todos los pasadisos y las trampas, y la ventana de burbuja, y haber encontrado el pasadiso secreto a la azotea.

¿Qué está pasando?

Entré a la recámara secundaria y vi una cama bien puesta y una habitación limpia. Eso me satisfizo. Quizá le podría dar chance de que se quedara si mantenía el lugar limpio.

Cuando entré a la habitación que había sido de ella y míos, la debilidad me invadió. No fue algo emocional, sólo perdí fuerzas y caí de rodillas. No sé con quién compartí la habitación, o si alguna vez la compartí. Pero era un lugar importante.

Salí de la habitación y noté como pedazos de pared se habían desprendido y exhibían madera vieja y podrida debajo.

-Esta no es mi casa -Me di cuenta de pronto.

-Esta es una trampa, una prisión, un laberinto y el mariguano, un saltador de azoteas, viviendo en los despojos de un lugar que hace mucho no procuro.

No recuerdo hace cuánto tiempo dejé de alimentar a los perros. Ni siquiera recuerdo a los perros, pero recuerdo haber cuidado y protegido aquella ilusión.

Salí de la casa y regresé a mi azotea, sudando. Me espojé de mi camisa y dejé mi torso tatuado desnudo. Tomé los cimientos del fantasma con mis manos y la levanté, y una vez que ya no estaba tocando mi casa, le prendí fuego.

La madera ardía, pero ahora era hogar de otro, que la protegía a su vez, y las llamas no perpetuaban.

Entonces me di cuenta de que una cuerda ataba los cimientos de la casa a mi, pero no estaba enredada a mi cintura, sino que la cuerda nacía de mi ombligo.

Corté la cuerda, el marihuano, el saltador de azoteas, supo entonces que aquel lugar sería suyo, y se despidió de mi mientras la casa se alejaba flotando.

Yo sólo lo vi partir un momento, mientras mi cuerpo temblaba, impresionado.

De pronto desperté de nuevo en la primera noche, la noche del vómito, la noche que tomé agua, un vaso de leche y no recuerdo si bebí té.

Estaba empapado en sudor, y mi cuerpo dolía, y se sentía agotado.

No quiero terminar de entender lo que sucedió esta noche. Pero creo haber ganado una de las batallas más importantes de mi vida.


miércoles, 28 de febrero de 2018

Silencio.

Después de casi un año, el silencio se ha vuelto caprichoso, a veces un amigo, a veces un alivio, a veces un monstruo que acecha en la obscuridad.


jueves, 22 de febrero de 2018

CURIOSIDAD

Comencé este blog para que alguien me "escuchara".

Poco tiempo después, entendí el valor que tenía para mi escribir lo que me pasaba, lo que pensaba, me ayudaba a aclarar mis ideas. Creo que aún lo hace.

De la nada (o muy intencionalmente) comencé a tener respuesta de conocidos y desconocidos.

Después dejé de escribir, en parte porque me sentí inhibido al sentirme vigilado y juzgado por alguien muy cercano y querido a mi, y en parte por la apatía que me invadió tras uno de los trances más difíciles de mi vida. Un duelo doble.

Sé que seguiré escribiendo aquí, independientemente de la respuesta que obtenga a la pregunta, sin embargo, a éstas horas de la madrugada me llena de emoción la pregunta.

¿Hay alguien ahí?

RETOS

Hace mucho tiempo que no escribo acerca de mi vida profesional... No tengo vida profesional.

Tras la muerte de mi padre... comencé un ciclo depresivo (si, nuevamente) que involucraba inactividad, alcoholismo y apatía.

Las cosas han cambiado y no.

Me harté de trabajar más de 12 horas al día por empresas que no aprecian mi esfuerzo, además de descubrir que tengo problemas con la autoridad.

Hace algún tiempo hablé acerca del sistema de castas... lo cual tiene que ver con mis decisiones actuales.

Después de casi un año de entrenamiento, hoy comienzo (no, no comienzo hoy, esta aventura lleva algún tiempo) me conformo como masoterapeuta. Me gusta tocar gente, ayudar gente, sanar gente. Además me permite "manejar" mi nada complicada agenda (la cual espero que se complique pronto, por mi bien financiero).

He enfrentado retos económicos a los que nunca me había enfrentado, y he encontrado apoyo donde nunca busqué, ni esperé... (nunca esperé apoyo de nadie, mi historia)

Sin embargo, quiero agradecer a mi crew, (y sus refuerzos) que se han demostrado su mayor valor en los momentos de mayor necesidad sin que siquiera pidiera apoyo.

Nueva vida, nuevo trabajo, nueva familia, poco (muy poco dinero) aún, múltiples trabajos, angustia, estrés, ansiedad... y aún así;

ES LA VIDA QUE QUIERO.

Me enfrento a los mayores retos de mi vida; autoconocimiento, conformación de una nueva empresa, ahorro, entender que no estoy solo, vivir más austeramente que nunca, vivir con más riqueza de la que nunca fui capaz de ver, aprender a vivir desdeñando las constantes críticas, juicios e insistencia de aquellos que no creen que lo pueda lograr.

Me siento más enfermo que nunca, y a la vez, hay una sensación en mi piel... que no me abandona; un escalofrío, un temor mezclado con agallas que me grita: es ahora o nunca. Nada o sucumbe.

Ninguna escuela, ningún trabajo, ninguna relación me hizo sentir así.

Hoy, sólo estoy seguro de una cosa: no voy a retroceder, no voy a ceder un sólo paso, estoy dispuesto a pasar hambre, frío, a padecer, a llorar y a sufrir. Pero también sé, más que nunca; que no estoy sólo, que hay quienes me respaldan, quienes tienen fe en mi y me estarán ahí para verme lograrlo, o morir en el intento.