Fue entretenimiento, cura, aprendizaje... todo de la forma más desconcertante. Tengo talento para encontrar a mujeres difíciles en mi vida.
Pues total, después de algún tiempo, quizá cumplido el propósito, la relación se convirtió en algún intento de amistad, y después en un silencio sepulcral.
En algún momento de todo eso, escribí algo para ella, que dejaré aquí para quien se quiera dar un par de líneas raras para echárselas al bolsillo.
POESÍA EN PROSA
Esto que escribo y espero que leas, es la única poesía en
prosa que he escrito. Y es así porque no podía ser de otro modo; lo intenté en
verso y cada rima se rebelaba porque, como tú, tu poema es revolucionario.
Traté de escribirlo con frases hechas, seguras; ideas construidas
por maestros. Pero cada palabra saltaba y gritaba: “Yo no soy para ella, no
puedes hacer lo mismo con alguien así”.
También me niego rotundamente a desviarme de la verdad, no
quiero sembrar en ti el menor asomo de duda. Así que esta carta-poema será
única, singular, y para los conservadores y puristas, escandaloso e insultante,
como tú.
Como es el más raro de los poemas que he escrito, comenzaré
diciendo que no me encantas; que me chocan algunas de tus formas y que con
frecuencia me canso de otras.
Éste no es un poema de amor, no es un poema común. Traté de
ejercer mi arte y tu imagen cambió mi rumbo cada ocasión. Es un poema sólo
tuyo; de la única forma en que mis letras me permiten escribirlo:
Ella no tiene una voz melodiosa, pero cuando su corazón está
en calma y dispuesto, su voz canta sabiduría y entona la voz del árbol, la
montaña y el río. Y así como la naturaleza; se enciende, te sacude, te sorprende,
te destroza; cuando llegan a su corazón el terremoto, el monzón, el incendio.
Ella no tiene una cara que verás en una revista, pero tiene
una mirada que pregunta y responde a la vez; una sonrisa que inflama y sacude
si no estás listo para ella, y una expresión que tiene la osadía de pasar de lo
ridículo a lo sublime, de lo reflexivo, a lo sensual, de lo tonto, a lo triste,
a lo salvaje y a lo divertido; con la misma facilidad con la que el señor pulpo
cambia, se disfraza y se transforma.
Ella no tiene edad, no sabe quedarse en la ingenuidad de una
niña, en la lujuria de una joven, en el juicio de un adulto ni en la sabiduría
de una anciana. Su edad brilla, y desaparece y baila. Desconcertante, como el
brillo de la luciérnaga en la noche.
****** no huele a jazmín. Huele a leche hervida, a masa
cocida, a chocolate amargo. Ella no es flor, y si lo fuera, sería una flor de cempasúchil,
saltando alegre entre ambos mundos, hablando con vivos y muertos.
Ella tiene piernas perfectas, fuertes, formadas, caminantes;
piernas capaces de llevarla a donde ella decida con paso firme, veloz y
vigoroso. Sus piernas saltan, brincan, corren, escalan, se cansan, se
despiertan, trotan, se abalanzan… y se cierran y se abren, y se encojen y
envuelven a su capricho.
Ella tiene unas nalgas mentirosas. Se esconden a la vista y
florecen cuando se desnudan, como inversas mimosas. Redondas, firmes
extensiones de sus piernas viajeras, dulce manjar del afortunado que ponga su
mano, sus labios o algo más en ellas.
Ella tiene una vagina hecha del material del que están
hechos los mejores sueños: húmedos, lúcidos, coherentes y sorprendentes; de ese
tipo de sueños de los que no quieres despertar, pero que siempre duran demasiado
poco.
Ella tiene un abdomen que respira, que devora como si fuera
aire y exhala como si aire fuera; un apetito voraz, un gusto singular, un
juicio único y una seguridad pétrea.
Ella tiene unos pechos desafiantes, que encaran la gravedad
con descaro; se presentan al mundo con irreverencia, se venden con inocencia y
se amoldan con aire de suficiencia.
Pero ella no es sólo magia blanca. Ella es versada en artes
negras y artes aún no exploradas. Es perversa, impaciente, complaciente, y displicente.
Se ríe cuando florece; llueve pasado el monzón, abre las alas cuando se siente
amenazada y descubre nuevos mundos viajando mientras contiene la respiración.
Lucha, pelea, se entrega, se olvida… Su magia tiene efectos variados, desde la
locura, hasta el olvido, de ella o de él mismo.
Ella es tan desconcertante, única e insoportable como la
realidad; a veces justa, a veces sana, a veces surrealista, a veces llana, a
veces enferma, a veces mexicana, a veces hermosa, a veces extraña.
Es difícil ver todo esto en ella, como lo es tratar de
escribirle un poema; es difícil tratar de complacerla, como es difícil callarme
todo esto por miedo a ofenderla.
¡Qué mas da! Un poema único y sin par. Para hablar de una
mujer que es similar. Rómpelo, ódiame, tíralo, quémalo, insúltame, recházame,
pégame, desprecia a este escritor. Pero no olvides, lo que escribe este tonto
soñador.
P.D
Mentiría si te dijera que no hay intenciones lujuriosas en este
intento. Hay ganas, lujuria, deseo y malos pensamientos. Pero también hay
admiración, respeto, cariño y agradecimiento.