Soy miembro de una generación partida por la mitad. Sucedáneos de la generación "X" y precursores de los Emos, vivimos apenas un instante que considero apenas perceptible para muchos.
Tuve una niñez afortunada, así la considero. Temprano aprendí a jugar con la imaginación, armando historias con muñecos caretes de cualquier tipo de articulación. Improvisar cualquier guante para trastes y algunas chinchetas se convertían en el mejor guante de Leon O y experimentar con shampoos, detergentes y jabones para obtener la mejor mezcla para hacer pompas de jabón eran entretenimientos e ingenios frecuentes.
Jugué al trompo, al yo-yo, matatena y canicas, burro castigado, burro 16, resorte, coleadas, avioncito y stop. Solía salir en bicicleta con mi primo para perdernos durante horas pedaleando en el bosque. Conocí el sabor de la tierra, del lodo y de la sangre, me rompí un hueso, también se lo rompí a alguien, fabriqué cometas y tracé enormes carreteritas llenas de trampas curvas y retos con un pedacito de gis. Hice patitos con piedras en charcas, me bañé desnudo en un arroyo, me perdí en un cerro e imaginé ser piloto al introducirme en los restos de una avioneta en medio de un sembradío de maíz. Aprendí a andar en bicicleta, patines, patines del diablo (hoy conocidos como skooters), a impulsarme en la patineta (no aprendí más) y sucumbí ante el canguro. Usé zancos hechos con latas y cuerdas, usé sonajas de botellas pintadas y chaparritas e incluso un pandero fabricado con maderas y corcholatas. Aprendí a hacer tirafichas y mataperros y mi cuerpo fue flagelado por madera, vidrio y metal.
En pocas palabras, mi niñez no fué tan diferente a la que tuvieron mis antecesores, pero algo pasó. Se inventaron los microchips y las computadoras personales y a la edad de 16 años me vi sentado ante ése extraño aparato temiendo apretar alguna de las teclas (F#) y hacer que se autodestruyera. (Se trataba de Windows 3.11, una versión que tenía que ser iniciada desde MS DOS) El mismo pánico observo yo cuando veo a mis padres o tíos sentados frente a una computadora. Sin embargo, a mi corta edad, mis capacidades de aprendizaje aún eran de lo más frescas y poco a poco fui dominando el chistesito.
Se daba un mezcla muy extraña entre el la búsqueda bibliográfica, danzando entre bibliotecas, ficheros y hemerotecas, las enormes facturas de fotocopiadoras que eran silenciosas cómplices facilitándonos el estudio y el resumen posterior; y luego vaciar los resúmenes en el procesador de textos y diseñar nuestras primeras presentaciones para proyecciones en el cañón.
Vi el nacimiento de los primeros buscadores: Altavista, El Sitio, Terra, aún arcaicos y necesitaban el uso de símbolos para hacer una búsqueda eficaz. Paralelamente, descubrí y disfruté también del Nintendo, el Súper Nintendo y el N64, el Game Cube, el Play Station y el Xbox.
Mis antecesores dominaron el sudor, el esfuerzo y la analogía. Mis sucesores nacieron apretando botones y un computador es tan natural para ellos que la vida es inconcebible sin ellos.
Yo, y algunos pocos millones más, somos miembros de una generación partida. Alejados ya de los procesos análogos, y no completamente inmersos en los new digital. Podría adherirle aquí el toque fatalista argumentando una falta de identidad o de inmersión total con la vida diaria, pero no. Siento que nuestra generación se benefició de ambos aspectos, conocemos el papel y los bits, los trompos y los controles de videojuegos, el mundo quinético y el digital.
¿Qué ventajas nos pueden dar éstos conocimientos? Nos toca demostrarlo ahora.
Yo convertía mi bici en moto con tan sólo colocar un bote de frutsi en la llanta trasera... ¡¡¡Qué chidos recuerdos!!!... Fuimos muy afortunados.
ResponderEliminarUna infancia llena de inocencia, convivencia y sonrisas... Hoy por hoy difícilmente socializas sin pertenecer a alguna red social o sin la ayuda de la tecnología y los niños ya no sonríe como antes ;(
¡Claro lo de la bici! Era súper cansado pedalearle, pero sentir que traías una moto, no tenía precio.
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