martes, 7 de mayo de 2013

MI QUERIDO VIEJO

Fue en marzo, con el propósito de festejar mi cumpleaños me reuní con mis papás para comer en un restaurante en la Colonia Roma.

Extraña estampa ver de nuevo a mis papás tomados del brazo siguiéndonos a mi novia y a mi, después de varios años de estar separados. Pero éso no fue lo que me extrañó, mi papá caminaba levantando los pies de forma extraña, caminaba lento, como dicta la canción.

Cuando se le cayó el puente de sus dientes, ésos que le pusieron cuando jugando fútbol americano se reventó los propios, fue algo impactante, y un poco chocante su resistencia a comprarse un nuevo puente. Sin embargo, pasó.

Su caminadito lento me extrañó, pero mi lucha por tratar de que mi madre no lo insultara, sentida cada vez que él hacia un comentario, me mantuvo ocupado.

Una semana después, fue a dejarme algo a la casa. Tenía que sujetarse con los brazos del techo y la puerta de su carro para mantenerse en pie, hablaba trastabillándose, y comenzó a sangrar de la nariz sin siquiera darse cuenta. Nos dijo que saliendo de ahí iba a Pachuca, acompañado de un colega, donde un doctor especialista en diabéticos lo atendería.

El diagnóstico me llegó vía SMS: Riñones al 5%, hipertensión y anemia.

- Mi viejo se está muriendo.  -Le dije a mi flaca en cuanto terminé de leer el mensaje.

Hace ya dos meses de todo ésto y apenas soy capaz de escribirlo. Aquellos que me hayan leído antes, sabrán que mi concepción de la muerte es bastante natura y la asumo con relativa sencillez, es ver a mi viejo débil, cansado y sangrante lo que me afecta más.

La última consulta con el médico nos dio noticias alentadoras, sus trigliceridos están en buen nivel, así como su azúcar, aunque su riñón aún sigue fallando, ésto le provoca retención de líquidos, hipertensión e hinchazón en las piernas (conocidas como pies de diabéticos) que le bloquea la circulación e insensibiliza los pies, aún así, mi papá, guerrero y ajeno a sus dolencias como siempre, ya camina sin andadera y comienza a aventarse sus solitos sin bastón.

De regreso del hospital, durante el trayecto de Pachuca a la Cd. de México, le hice una pregunta compleja y delicada:

- Pa, cuando nos cuelgues los tenis, ¿quién quieres que se haga cargo de tu cuerpo, el papeleo y lo demás?

- Tú ´mijo. Quiero que seas tú.

Es un honor saber que me considera a mi antes que a alguno de sus otros hijos o sus hermanas, quienes ya tienen callo en ésto. Y a la vez, un compromiso que me pone en tensión, como a un corredor previo a la carrera. Su tiempo está contado y con los riñones débiles, es cuestión de tiempo. Mi viejo, me querido viejo, está muriendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario