sábado, 13 de noviembre de 2021

DE LOS CAMINOS ANDADOS

 

Como una forma complementaria de obtener ingresos, ocasionalmente doy clases de manejo de motocicleta, cuando surge algún cliente; hace poco, estaba dando la última clase a uno de mis alumnos cuando sucedió algo especial:

Me solicitó que lo acompañara a hacer una ruta hasta su trabajo y de regreso a su casa, para reconocer la ruta. Casualmente, la ruta que tomamos, me llevó a un recorrido lleno de recuerdos y nostalgias.

Pasamos frente al Hotel Vigo, que fue testigo de mis visitas con “I” durante un año, religiosamente cada fin de semana. A dos cuadras, los tacos de los Tavares, que visité con “I” y con “B”, luego frente a los pulques a los que me llevó “A”, luego la zona de trabajo que recorrí durante casi un año, de regreso, frente a la casa donde vivìa “B” hace 23 años, cuando fuimos novios; el restaurante donde me invitó a comer mi tía “A”; después a la glorieta de la Nueva Santa María, frente al Kabuki donde solía comer con “I”, la paletería de barrio, llena de años de recuerdos que vende unas paletas deliciosas, frente al estilista que me atendió durante años, a pesar de que yo vivía a casi una hora de distancia, frente a la casa de Mami Yankee, mi queridísima segunda madre, a quien le guardo todo mi amor y añoranza.

Un camino lleno de nostalgias, que, lejos de causarme pesar o un sentimiento de tristeza, me llenó de un sentimiento de gratitud y satisfacción que creo que sólo se consigue cuando haces las cosas “bien”.

Sin ningún rastro de arrepentimiento o culpa, todos los recuerdos me llenaron de buenas memorias y un calorcito bonito dentro del pecho.

Los caminos andados, si los andas bien, no pueden dejar otra cosa que buenas sensaciones para el corazón.

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