miércoles, 15 de enero de 2025

DE TRAICIONES Y OLVIDOS

 "O", andaba siempre por ahí, es mi primo. coincidíamos de pronto en alguna reunión familiar pero él siempre quedaba aislado. A veces, iban de visita a mi casa y  yo le mostraba las cosas que había descubierto en internet, series animadas, chistes en flash y cosillas banales, pero que, para chicos de nuestra edad, eran maravillosas.

Cuando murió mi padre, nos unimos, él fue mi soporte, me confesó que estudió gastronomía justo para seguir los pasos de mi papá, empezamos con los días, las semanas a compartir comida, catas de vino, experiencias.

Me invitó a participar en un blog gastronómico al cual me uní con gusto, después, me volví parte integral del programa, tuve mi propia sección y planeamos proyectos a futuro.

En el inter, él me pidió un préstamo grande, yo, con toda la confianza se lo otorgué, hubo un tiempo en que patrociné monetariamente el programa, dándole una paga con la esperanza de monetizar en algún momento.

En el inter, poco antes de pandemia, me ofreció trabajar un auto que le dieron sus padres como chofer de uber (yo ya era chofer de uber, pero me pedía una renta ligeramente menor a la de mi patrona en ése momento, así que acepté)

Llegó la pandemia y yo sólo me reportaba semanalmente con el para el ajuste de cuentas. El muchachito hizo la cuarentena completa mientras yo trabajaba para él. Durante la pandemia, comentó que no le alcanzaba el dinero que yo le daba y me subió la renta del auto, cuando a muchos choferes del ramo, de hecho, en una forma de apoyo, les bajaron la renta. En algún momento tras tener dificultades para pagar la renta, me dijo que tenía un mes para entregarle el auto. una semana después, me dijo que tenía 2 días para entregarle el auto. Me dejó prácticamente en la calle. Cuando platicamos, yo le dije que no podía seguir participando en el programa, pues estaba enojado, y necesitaba tener corazón y motivación para seguir inventando y participando en el podcast. Aún así, le dejé una computadora, la pantalla que me dejó mi padre un proyector y una cámara Sony reflex, por si quería seguir grabando el podcast.

Años después, le pedí la cámara pues tenía una proyecto de trabajo, después de meses de darme largas, me confesó que la empeñó y la perdió, le pedi la pantalla y el proyector y me volvió a dar largas a lo tonto. Le pregunté por mi dinero, y me dió las mismas largas. Me cansé de preguntar. Me cansé de él.

Me ha buscado en varias ocasiones con la intención de ir a jugar billar, supongo que hablar en el inter. Yo.... la verdad no quiero volver a verlo si no viene con un cheque o un sobre con mi dinero en la mano. mis cosas, o una cámara de vuelta.

Quizá pierdo más, quizá quería devolverme algo, quizá recuperar algo, pero si no me dice: wey, ya tengo parte de lo que te debo, ¿cuándo puedo verte? cualquier intento de reconciliación es completamente inútil para mi.

Prefiero no volverlo a ver que caer en sus trampas y raterías nuevamente. 


sábado, 11 de enero de 2025

LA GACELA

 Estábamos en pandemia, yo agarré un trabajo emergente como mesero, en un remolque que vendía tacos. La paga, $1000 a la semana y una comida al día. Nada espectacular pero lo suficiente para pagar las cuentas y salir adelante de acuerdo al momento.

Y llegó ella, salía con un triciclo vendiendo vasitos de fruta. A veces, la acompañaba su hija, una niña preciosa, de nombre Frida. Yo siempre volteaba a verla, no era nada espectacular, pero me gustaba, una chica guerrerense morena, muy morena, de labios obscuros, cuerpo delgado, pechos ligeros, nalgas acordes a su complexión, ojos negros y una rasta colgando de su cabello. Yo sólo le compraba fruta, y me gustaba verla, ella me gustaba, me agradaba todo de ella, su actitud, la forma en que educaba a su hija, su timidez.

Ella a veces nos compraba comida, pero nunca se quedaba a platicar.

El parrillero tuvo un accidente y salvé temporalmente el negocio pasando de mesero a parrillero, me sorprendió que ella comenzó a visitarnos con más frecuencia.

El local cambió de ubicación y me sorprendió que un día llegó con su hermana a cenar. Su hermana es muy diferente, pero también guapa y sexy, mucha pierna, mucha nalga, bonita cintura, digamos... más curvilínea, pues llegaron y me pasaron una servilleta ¿bailas conmigo? yo no sabía quién había preguntado, pero le pregunté al jefe si podía, no había gente así que me dijo que mientras no descuidara las mesas, no tenía problema.

Me acerqué a la mesa y pregunté, quien quería bailar, las dos se rieron viéndose mutuamente, yo no tenía idea de cual de las dos me estaba ligando, pero algo estaba pasando, la hermana levantó la mano. Una salsa bien bailada y la regresé a la mesa, mis pies se calientan rápido y la que me gustaba era la morena delgadita, y la saqué; aceptó, bailamos una pieza y terminando me robó un beso.

Me pasó su teléfono y se fueron, la veía todos los días y nos mensajeábamos casi diario, hasta que un día fue a mi casa y pasó lo inevitable... casi caigo enamorado de su sencillez y naturalidad. 

No era para mi, era casada, se separó, le perdí la pista, creo que se juntó con un amigo suyo, no he vuelto a saber de ella, pero es una mujer que marcó mi existencia.

EL ITALIANO

 Creo que nunca he mencionado aquí, que soy un peleador, o lo fui. Creo que una vez que lo eres, no dejas de serlo nunca. Pero en mis crisis de ira adolescente, peleé mucho, sin sentido, sólo para hacer pagar a otros lo que me dolía a mi.

Después de un tiempo, comprendí que pelear así no tenía sentido ni propósito, al menos que quisieras arriesgar tu integridad por un mero coraje, un capricho. Sin embargo, nunca dejas de ser un peleador. En mi mente, con frecuencia hay "peleas imaginarias", donde tengo que resolver de una forma u otra, alguna situación hipotética; Voy y vengo entre escenarios hasta encontrar una solución que me satisface, luego, la practico en soledad; una, dos, 15, 30 veces, las que sean necesarias, hasta que siento que está en mi memoria corporal.

Después de años sin pelear, estuve en un curso de sanación, digamos. Hubo dos dinámicas ahí que vienen al caso; La primera golpear a un dummie que sostenía un compañero. Mi compañero pesaba alrededor de 15 kilos más que yo, y aún así lo hice retroceder hasta llegar a la pared. La segunda dinámica, era entrar a un circulo con los compañeros alrededor sosteniendo cojines para que golpearas; yo no quería hacer la dinámica, porque sabía que podía terminar mal. Pero la insistencia fue demasiada y solo pensé "agárrense bien y aguanten". A los dos minutos de iniciado mi turno, escuché unos silbatos, los demás monitores detuvieron su actividad y fueron a apoyar a "mi círculo". Yo me convertí en una bestia de 64 kilos imparable, entraba con tal fuerza y velocidad que el círculo se abría, y entraba de nuevo a él sólo para volverlo a abrir y seguir golpeando. Saqué mucha de mi furia ése día. Tras la sesión, el monitor nos felicitó a todos he hizo una mención especial para mi "Espero nunca estar frente a César cuando esté enojado".

Hace unos años, tuve un encuentro fortuito con una peleadora de karate, cinta negra. Algo oxidada, pero peleadora entrenada (yo sólo tuve entrenamiento en lima lama por 6 meses, de lo cual no recuerdo nada) y jugando, nos retamos a una pelea. Duró 7 o 9 segundos. Fue veloz y brutal. Nadie salió dañado, pero yo noté una fuerza y velocidad a las que nunca me había enfrentado y ella notó una versatilidad y una luz roja a la que no quiso enfrentar, y paró la pelea.

He aprendido mucho de mi a su lado, nos hemos enfrentado varias veces e incluso me mostró la kata básica de su disciplina, hemos hablado mucho al respecto y entiendo que los peleadores nos regimos por elementos. Ella, como buena karateka, es tierra, es firme, dura y poderosa, y a la vez, veloz, y contundente. Yo, soy agua, me adapto, cambio los estilos de pelea tomando lo que he tomado de aquí y allá, impredecible, veloz y fuerte.

¿Y el italiano?

Me visitó en un sueño, era un espadachín, pero también un peleador. Y me dio una noche de entrenamiento. Me enseñó que la parte más poderosa de ser un peleador de agua, es el mar. "Tienes que usar su fuerza y tomarla, y luego empujar con su misma fuerza, como las olas" me dijo. Me derribó tantas veces que no las pude contar, me usó como un pequeño trapo, pero entendí. Ahora dedico algunas horas al día par incorporar sus enseñanzas a mi propio estilo. Un estilo único, creado por mi, para mi. Que crece ya no con la intención de dañar a nadie, pero es un pequeño secreto que me apasiona. La pelea, ya no con ira, ya no con la intención de dañar a nadie, sólo por ser mejor peleador aunque no pelee nunca más.

Quizá fuera sólo un sueño, quizá soy muy afortunado de que alguien del pasado viera mi potencial y viniera a darme una lección. Pero estoy seguro de una cosa.

No me quieres ver enfadado.

EL SUEÑO QUE NUNCA SERÁ

 Anoche... soñé contigo. soñé que tu muerte había sido fingida, que por alguna extraña razón, quisiste esconderte del mundo. Tras descubrir la verdad, decidí dar el paso. Hacia ti. No eras perfecta, pero el sexo si lo era, y buscábamos formas de dialogar y sobrellevar nuestras diferencias de carácter y parecía funcionar bien. Desde tu partida, te pienso constantemente, y te busco y te encuentro en mis sueños y en mis vagos pensamientos. 

¿Dónde estás?