Un dilema profundo. El trabajo de un fotógrafo es capturar, ser testigo, pero no puede intervenir. Ésa es la consigna, el mandamiento de los profesionales de la fotografía; pero, ¿hasta qué punto podemos ignorar nuestra propia humanidad? ¿Hasta qué punto nuestro placer mórbido se rinde ante lo inaceptable, ante lo vil?
Triste realidad de la raza humana. Nuestra naturaleza lleva impreso algo de violencia que pocos podemos evadir.
Kasumi, gracias por la aportación.
*Si alguien tiene más información del corto, les agradecería la compartieran con todos.
Mmmm... No estoy de acuerdo. No pienso que por naturaleza seamos violentos, al contrario. Más bien creo que es una elección.
ResponderEliminarEsperanzadora opinión Lunave. Me gustaría pensar como tú. El problema es yo mismo experimento ese placer mórbido del que hablo al ver una película de Tarantino o circular más lento junto a un choque vehicular.
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