martes, 18 de mayo de 2010

NO ME PIDAS SER TU AMIGO

Han pasado años y aún no olvido ese día.

"V" me llamó para decirme lo que jamás desee escuchar:

-"Me voy a casar flaco".

-Ah, pues, está bien, supongo... (no sé si notó como el último pedacito de esperanza que guardaba para mi se quebraba del otro lado del teléfono, de mi lado del teléfono)

-Si, y después de la boda nos vamos a vivir a Cancún...

(Bueno, si ya casada era mucho, a varios días de viaje en autobús, era demasiado. No respondí)

...y me gustaría que me acompañaras a mi boda y...

- No voy a ir. -La corté.

-¿Cómo flaco?, ¡Si eres uno de mis mejores amigos!

-No, no lo soy. Perdóname, pero no voy a ir.

- Lo respetó, no hizo más preguntas, un tiempo después se casó y se fué.

Durante meses y años hemos seguido en escaso contacto, pero jamás le dije porque no quería ir a su boda. Jamás le dije que no iba a ser capaz de abrazarlos y desearles toda la felicidad del mundo, que no sería capaz de estrechar la mano de su esposo y felicitarlo por su gran día, que no era capaz de darle un abrazo a ella y decirle de corazón que deseaba que de verdad fuera feliz para siempre y que esa unión perdurara por el resto de sus vidas. Vino a México un par de días después de firmar sus papeles de divorcio, no sé cuánto tiempo pasó después de la boda. Yo me abrí y le dije muchas cosas que jamás me había atrevido a decirle, tenía demasiado miedo de que su imagen de mi cambiara. Pero con el último trocito de mi esperanza rota y la resignación en las manos pude decirle cuánto la desee por tantos meses, cómo quise perder toda decencia y faltarle un poco al respeto. Cuánto la quise y todo lo que le sigo queriendo. Pero hay algo que jamás le dije.

NO ME PIDAS SER TU AMIGO

"V", mi unicornio. Esta va para ti:

NO TE PONGAS LOS TACONES, TODAVÍA...

A muchos hombres se les olvidó el romanticismo y eso fue ocasionado por el género femenino.

La realidad es que a las mujeres nos encanta que nos conquisten. Aunque hoy en día parezca que no y que ahora somo nosotras las que queremos las riendas; que nos traten como princesas y que nos digan cosas lindas al oído sigue derritiéndonos.
A muchos hombres se les olvidó el romanticismo y debo confesar que creo fervientemente que fue gran culpa de nuestro género.
En algún punto de la vida, algunas mujeres decidieron que el romanticismo es cursi y los mismos hombres se siguen apoyando en que lo cursi es para "maricones". Tengo que decirles a ambos géneros que estamos equivocados.
El romance es uno de los lenguajes del amor y, aunque a veces no sepamos reaccionar ante él por la falta de práctica, es un aspecto que todos deberíamos retomar en nuestra vida.

Estamos demasiado pendientes del sexo, que si me urge tener sexo, que si será o no bueno o buena en la cama, ya queremos estar en lo que sigue cuando todavía no disfrutamos el camino hasta la cama.
Y el romanticismo juega un papel importantísimo si lo que de verdad el hombre desea es llevar a su Julieta debajo de las cobijas para jugar cosas de adultos. Creo que en los chicos con dieci algo el romanticismo agoniza en el recuerdo de las películas de Hollywood, hoy en día, para los chamacos, las flores se acabaron, las palabras románticas ya no existen y de frente se piden tener sexo como si el amor se hubiera reducido a una cama revuelta.
La liberación sexual nos ha confundido, no se trata que porque ya no es tan mal visto, entonces démosle rienda sin ton ni son.
El sexo es un arma de nuestro cuerpo, un arma muy poderosa, disfrutra abiertamente de él no quiere decir que derrochemos nuestra energía con cuanta persona nos prenda el horno.
Tener la sexualidad a flor de piel no significa que tengamos que ir por la vida entregándonos como si el mundo se fuera a acabar. Retrasar el placer también es divertido.
Y con esto no quiero decir que hay que perder la espontaneidad, que hay que volvernos los puritanos que la sociedad hipócritamente reclama y que dejemos al sexo como parte de los pecados mortales.
No, retrasar el placer significa aprender a disfrutar el camino, dejar que nos conquisten, que en todo caso nos llevemos a la cama con respeto al cuerpo del otro y al nuesto.
No porque hoy las mujeres ya somos bien fregonas olvidemos ciertos roles que eventualmente reclamaremos y que nosotras mismas hemos sido las propiciadoras de su desaparición.
Ser independiente, exitosa y libre sexualmente no nos da el derecho de arrancar un papel que corre por nuestras venas, al hombre le gusta conquistar, a la mujer ser conquistada... y eso no lo podemos cambiar, aunque nos esforcemos.

Anna Bolena Melendez
Columna: "Y sin embargo se mueve"
Periódico Excélsior 18 de Mayo de 2010 Sección Comunidad.

Leí éste artículo en el periódico por la mañana, y me agradó saber que algunas mujeres dejan de adoptar ésa estúpida posición ultra feminista en la que culpan a los hombres de la falta de romanticismo y aceptan un poco de la responsabilidad.

Un hombre siempre preferirá un "flash pass" a la cama de una chica, que gastar dos quincenas y 3 meses en salidas, cortejos, regalitos y detalles, aunque también reconozco que la conquista tiene su lado atractivo. Buscar la forma no digan de meter a ésa mujer a la cama. Sino simplemente de que te mire, que te considere como una opción atractiva, como un buen prospecto. ése juego de seducción es muy atractivo, y Anna tiene razón. Nos gusta.

Sin embargo hay algo sobre lo que debo insistir. Un hombre no se esforzará si no tiene que hacerlo o si la dama en cuestión no lo empuja a hacerlo. ¿Cómo se hace eso? No sólo se trata de ponerse difícil. El juego de seducción es un juego doble, y mientras ella coquetea con la mirada y deja ver parte de su hombro de forma "descuidada" también se resiste cuando los avances de su pretendiente están llegando al punto programado para esa noche. La mujer también debe seducir y a nosotros nos gusta que lo hagan. Que nos den esa pequeña motivación para volvernos locos y buscar el modo de lograr su atención y sus favores.

Cierro ésta entrada con una anécdota para que aquellas mujeres que lean esto, piensen qué les corresponde como género permitir, y comenzar a hacer:

Una tarde iba yo en el camión, tuve la fortuna de estar en el lugar y momentos adecuados para ganarme uno de los disputados lugares e ir sentado un rato. De pronto se sube una mujer gorda, sudorosa, de aspecto sucio y descuidado, despeinada y con las axilas peludas; cargando dos bolsas de mandado y empujando a todos tratando de hacerse un lugar hasta el pasillo. Se paró junto a mi jadeando y esperando a que le cediera el lugar dijo en voz alta: "Se ve que en éstos tiempos ya no hay caballeros". Yo le respondí: "Señora, no aparece el caballero, donde no se encuentra a la dama".