viernes, 14 de octubre de 2011

EN CONSTRUCCIÓN

Como muchos otros, durante años he caído una y otra vez en un error común, y hace un par de semanas lo "recordé" cuando alguien comentaba que los hombres son "así" y las mujeres "asado". Resumiendo siglos de estudios del comportamiento humano en estereotipos y roles sociales tradicionalistas.

"Los hombres no lloran, no critican la ropa de las otras personas, ven fútbol y son desordenados. Las mujeres siempre traen bolsa, critican hasta a las mujeres de su familia, siempre son más ordenadas y por éso son las encargadas de las tareas del hogar".

Qué simplista. -Pensé

¡Qué absurdamente simplista! Me sentí turbado al escuchar razones tan grotescas, como si su madre se lo hubiera explicado cuando él era niño y él jamás lo hubiera cuestionado. No fui el único, cuando algunos de los presentes pretendieron objetar su declaración, él recurrió a una prueba infalible, real e irrefutable:

Él mismo. Él era un claro y vívido ejemplo de que su argumento era inapenable y cierto. Agregó algunas otras características tan simples, llanas y tradicionalistas (que no veo caso citar) y en cada ocasión él era la prueba, el argumento concluyente e innegable a vencer.

Me parece una idea bastante coherente pensar que efectivamente alguna figura paterna en su niñez, le dijo cómo se distinguían los hombres de las mujeres, cuáles eran los roles y comportamientos de cada quien; él no cuestionó, se asumió a sí mismo en el papel, en el rol, y se convirtió en parte del esquema.

Tras dos semanas, la idea apenas me había pasado por la cabeza, y de pronto me golpeó duro como suele hacerlo la realidad.

¿Cuántos de nosotros creamos conceptos e ideas de nosotros mismos a partir de lo que los demás esperan que seamos? ¿Cuántas veces nos adaptamos para complacer, o simplemente para encajar? ¿Cuántas veces sin darnos cuenta comenzamos a pensar que somos lo que los demás creen que somos? ¿Cuántas veces estaban equivocados? ¿Hace cuánto tiempo dejaron de estar equivocados?

No sé si se trate de un proceso de adaptación, si algún gen por ahí activa este comportamiento para favorecer la convivencia humana o simplemente tenemos tan poca confianza en nosotros mismos que es mejor ajustarnos a una expectativa mediocre que a ser quienes en realidad somos.

¿Cuántas veces nos hemos engañado pensando en que ser, convertirnos o inventarnos como los demás nos conciben generará éxito, o por lo menos un lugar en la sociedad? cuando en realidad a través de la vida y la historia, recordamos especialmente a aquellos que se dieron el permiso de no ser lo que se esperaba de ellos, de ser auténticos, originales, extravagantes, creativos, inventivos...

ÚNICOS.


4 comentarios:

  1. zaz durante mucho tiempo fui de ese tipo de peronas de las que se adapataba a lo que la demas gente esperaba de mi sin aceptarme empezando co mi familia oculta lo que soy y cmo soy solo para encajar despues de un tiempo me di cuenta que si yo no me queria tal cual era las demas personas tampoco lo ivana ahacer claro que eso tambien me trae a veces un mal sabor de boca porque o todos estan dispuestos a acparte asi. soy unico desde luego aunque si apoyo el hecho que como hombres y mujeres tenemos ciertos roles o sierto modo de comportarnos en general. yo me acepto y procuro aceptar a los demas coo dios nos ha creado, ¿ tu haces lo mismo?

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  2. Siempre es difícil evitar la discriminación, porque la creación de juicios es inherente a la experiencia consciente humana.

    Trato, siempre que me doy cuenta de que estoy juzgando discriminatoriamente, de hacer observaciones más objetivas y justas. Aunque no siempre lo logro, no siempre me doy cuenta.

    En mi proceso de construcción, he ido logrando ésa aceptación total, que necesita un equilibrio muy delgado entre "ser como quiero ser, quien soy, como soy", y adaptarme a ciertas normas y reglas NECESARIAS para la sana convivencia social.

    No siempre sé dónde está la línea.

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  3. Ser o no ser, esa es la cuestión.
    Uno se pasa (o puede pasarse la vida) tratando de resolver esa cuestión. Hay que ser, cueste lo que cueste.

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  4. Inspiradora visión Nicolás,

    Gracias por la visita.

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