Me duele pensar en ti, en mi cama sin ti, en mi sala sin ti, en mi mesa sin ti, en mi sexo sin ti, en mi vida sin ti.
Y de pronto apareces en mi memoria sin permiso alguno, sin ninguna autorización de mi parte con un cuchillo en la indiferencia para herir mi culpa.
Y te sale bien.
Resucito de la matanza, por algún milagro y sigo con mi vida, hasta que duele otra vez.
Y el ritual de cargar el mundo o ser devorado por cuervos, o sólo... mantener tu recuerdo... se vuelve real de nuevo.
Tantas cosas sin decir y no dichas, tantos poemas sin escribir que te debí o nos debimos, y sin embargo... aquí estamos, tu allá, y yo acá, sin saber cómo pasar una maldita página que a nadie importa excepto a mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario