Y no, no hablo de procesos electorales; hablo del derecho que tenemos cada quien a botar a nuestra pareja o a que ésa pareja nos bote.
Hace años, me parecía absurdo, casi estúpido y vanidoso el hecho de calcular y especular tanto, y darle tanta importancia al "quién terminó a quién". Mi opinión era muy llana: "Cuando en una relación ya no hay amor, entendimiento o compromiso, lo mejor para ambos es terminarla, por el bien de ambos, no importa quién lo haga, sino que se haga".
Adivinaron; jamás me habían botado.
Cuando te botan, existe un sentimiento de culpa con uno mismo, nuestra autoestima se viene abajo y nos sentimos tan poco "necesitados" que dejamos a nuestra valía encogerse como una prenda barata de lana.
En mi caso, el golpe llegó anunciado, veía el puño alejarse empuñando ése cuchillo apuntando a mi corazón, lo ví durante semanas. Tan valiente, estúpido o ingenuo fui yo, que incluso me atrevía a aseverar: "Si éste fin de semana no lo hace ella, lo haré yo, aunque me cueste trabajo, porque sé que es lo más sano." ¡Ja! tan anunciado, tan decidido, tan seguro, y tan insoportable... Ya no quiero ni siquiera saber qué es lo que sucede cuando ni siquiera lo ves venir; qué debes sentir cuando crees que la relación está en su mejor momento cuando en medio de ése sueño tranquilo a la orilla del mar, llega aquella maldita ola de agua helada para mostrarte que tu realidad es muy diferente a lo que pensabas.
El derecho a botar y ser botado entonces se convierte en el derecho de autoafirmarnos como personas o a perdernos en la búsqueda de un lugar en la vida de alguien. Podemos irnos con la frente en alta y compadeciendo el dolor ajeno, o mordiendo el labio tratando de contener una lágrima, mientras nuestro rostro trata inútilmente de decir "estoy bien, no pasa nada".
Una parte de mi aún piensa que se trata de una carrera estúpida, pues en cualquier relación siempre hay quien ama más, y también está el bien común, sin el cual, la unión no tiene sentido. La otra parte de mi sabe, que en caso de duda, prefiero la frente alta al labio mordido.
El ser el botado o el botador no es tan fácil como parece.
ResponderEliminarEl papel del botador a veces no es tan fría como uno podrñia pensar.
El ser el botado no tiene porqué ser taaaaan agónico.
Al final, el dolor es natural, el sufrimiento opcional.
Difiero de Moon. El botador sabe lo que sucederá, el botado no. No conozco aún alguien que consiente desee ser el botado, pues si así fuere no lo sería realmente ¿me explico? El papel de botador siempre es fácil, frío y calculador (lee el libro con calma y lo hallarás). Al botador simplemente le importa él mismo, sin importar lo que el otro piense desee o sienta.
ResponderEliminarEl *sufrimiento y el **dolor son naturales y tiene su explicación. El masoquismo si es opcional.
Por supuesto cuando existe ese "fin" de la relación en términos amistosos y convenientes para ambos por falta de empatía, gustos, etc. Las cosas son de otro modo y realmente el sufrimiento y dolor se minimiza por que la sinceridad se dio de buen grado.
*El sufrimiento es la emoción motivada por cualquier condición que someta a un sistema nervioso al desgaste. El sufrimiento, como cualquier otra sensación, puede ser consciente o inconsciente. Cuando se manifiesta de forma consciente lo hace en forma de dolor y/o infelicidad, cuando es inconsciente se traduce en agotamiento y/o cansancio.
**El dolor es una experiencia emocional (subjetiva) y sensorial (objetiva), generalmente desagradable, que pueden experimentar todos aquellos seres vivos que disponen de un sistema nervioso. Es una experiencia asociada a una lesión tisular o expresada como si ésta existiera.
La participación tanto de fenómenos psicológicos (subjetivos) como físicos o biológicos (objetivos) en el dolor es variable según el tipo de dolor y el individuo que lo manifiesta. Existen muchos estudios que tratan de establecer dicha interrelación y explicar la vivencia dolorosa.
Nota: Datos de Wikipedia
Saluditos.