De niño fui una especie de "todos moles" en la escuela: maestro de ceremonias, campeón de ortografía, cuadro de honor, miembro de la escolta, agente H2O (ja, aún recuerdo el teléfono) y entre otras cosas, embajador ecológico.
En éste último cargo se suponía que tenía que actuar como una especie de representante de la ecología y tratar de crear conciencia entre los maestros, padres de familia y alumnos acerca de la importancia de cuidar el medio ambiente. Yo estaba perdido, no sabía por donde iniciar ni qué hacer, hasta que mi padre me contó una historia que jamás olvidé y el día de hoy me gustaría compartir con ustedes.
LA FÁBULA DEL INCENDIO.
Érase que se era, en tiempos remotos cuando los seres humanos aún entendían a las bestias, que uno de los nuestros presenció un aterrador incendio en la selva. Todos los animales, (incluyendo al hombre) corrían despavoridos huyendo de las flamas, en dirección al río, sabiendo que una vez cruzándolo, estarían a salvo del devastador poder del fuego. Cuando él llegó, los animales más veloces ya se encontraban a salvo abarrotando la otra orilla, lo que hacía sencillo escucharlos. Le llamó en particular la atención la algarabía de unos monos, que se divertían de lo lindo con un pequeño pajarito, el cual se concentraba afanosamente en tomar un trago de agua y volar de regreso al incendio, para después volver con una o dos plumas chamuscadas por otro poco de agua. Llevaba ya un rato apagando pequeñas brasas, cada vez más cerca, y poco a poco, los monos se cansaron de reírse de él y, ya mas tranquilos, uno de ellos le dijo.
-¡No seas tonto pajaro! ¿No te das cuenta de que el incendio avanza sin importar lo que hagas?
¿Qué te hace pensar, iluso, que apagando las brasas que te encuentras vas a apagar el incendio? Deja ya lo que haces, no tiene remedio, las llamas acabaron con nuestras casas y tendremos que reconstruir todo de nuevo, deja de cansarte y ahorra tus energías para rehacer tu nido.
El pájaro, que se había tomado un momento para recuperar el aliento, escuchó al chango y le respondió.
- Mi amigo mono, no soy un tonto y sé muy bien que yo solo nunca podré apagar el incendio, pero estoy haciendo lo que me toca.
En esa pequeña historia encontré más que un argumento para mis ponencias, encontré una forma de vida. Me di cuenta de que es muy común (al menos en México) que nos excusemos tras el "si él/ella no lo hace, ¿porqué lo haré yo?" ¿Porqué no he de tirar basura en la calle, pasarme el alto, dar encerrones con mi auto, tranzar a mi jefe, serle infiel a mi mujer, exigir 20 mil subsidios, sobornar al poli y muchos otros etcéteras si todos lo hacen?
Bueno si, todos lo hacen y el hecho de que tu no tires basura en la calle no va a limpiarlas, que no le des mordidas al poli no les va a quitar lo corrupto, que no seas cafre no va a ser de ésta ciudad transitable, pero si tu haces lo que te toca, y yo hago lo que me toca, y alguien más hace lo que le toca, hacer de nuestro entorno es algo más sencillo.
No se trata de que te vuelvas activista, mártir o un abnegado sin sentido. Únicamente, haz lo que te toca. Ahora que si de plano te inspiré mucho y quieres venir a limpiar mi patio... avísame ;)
Muy buena historia además de muy ilustradora. Me la voy a fusilar para mis clases y para inspirar a aquellos que aun quieran esuchcar.
ResponderEliminar¡Halagador!
ResponderEliminarSólo espero que aún haya alguien que quiera escuchar.
Definitivamente, si todos hacemos lo que nos corresponde, los resultados se verán pronto, aunque la tarea parezca imposible!! Pero lamentablemente basados sobre supuesto de que los resultados nunca llegarán, nadie actúa y la mayoría de seres humanos pasa la vida en calidad de expectador (y de chango! porque encima de que no actúan, atacan, critican, se burlan de quién sí intenta hacer algo!!).
ResponderEliminarOjalá todos aprendamos de esta fábula maravillosa!!!
Si supones que los resultados nunca llegarán, más vale que te sientes y esperes el fuego llegar, como lo hizo el chango. Pero no se trata de esperar hacer un milagro, se trata de ser responsables y hacer únicamente lo que nos toca, independientemente de lo que hagan los demás. Lo llamo responsabilidad, conciencia, integridad. Si yo no tiro mi basura en la calle, no evitaré que se tapen los drenajes porque todo el mundo sí lo hace. Pero YO no tiro basura. Mi trabajo es solamente no ser parte del problema. No voy a perseguir a los que tiran la basura, no es mi trabajo, quizá algún día limpie calles, pero tampoco es mi responsabilidad (para eso se pagan impuestos que pagan el sueldo de la gente de limpia) Yo no tiraré basura. Es lo que me corresponde. La sensación de estar solo en ésto, es frecuente, pero de cuando en cuando, encuentro a un pajarito apagando las brasas que le corresponden. Y entonces, sabes que haces una diferencia para él. Para ti, y desde tu universo, desde tu vida, para el mundo.
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